Somos, siempre somos.
Más cuando me miro en el espejo y descubro
que soy yo,
entiendo que defenderé hasta la muerte mi derecho a ser yo.
Mujer del sur.
A veces periodista,
a veces poeta.
Estambre de emociones.
Pieles superpuestas.
Siempre yo.
Nací el 6 de junio de 2002 en Chaupicruz. Me recibieron con los brazos abiertos, y el doctor decidió que no tenía que llorar para comprobar la salud de mis pulmones. Mis ojos abiertos y mi respiración fuerte eran prueba suficiente para saber que había llegado al mundo lo más despierta que se podía llegar.
Mi familia siempre dice que fui la prueba para la continuidad de la vida: la nieta que llegó al día siguiente del fallecimiento del abuelo. Y a pesar de que nunca conocí a ese viejito, supongo que parte de su historia se quedó en mí, porque siento que algún ramo de esperanza me debió dejar cuando nos encontramos a medio camino, él yéndose y yo llegando.
Así empezó mi vida. Supongo que si tuviera que contar por qué empecé a escribir, tendría miles de caminos para empezar a contar esa historia. De alguna manera u otra, yo siempre escribí. Y hubo un día, tal vez, en el que decidí que era más fácil explicarme de la tinta al papel que de boca al mundo.
Desde entonces, siempre escribo. Mi estilo se habrá definido, habrá cambiado, pero siempre está ahí. Me ha visto crecer, llorar y madurar. Estuvo cuando descubrí que el mundo no era justo, y decidí armarme de valentía para alegar contra lo que no debía ser tolerado. También estuvo cuando jugué a entrelazar mi vida con la de otros, en un ritmo de promesas eternas que parecíamos no entender. Estuvo siempre. En mi sanación, mis heridas, mis alegrías, las nuevas esperanzas. No importa lo que he sentido, siempre las letras han estado.
Gracias al destino, supongo que encontré la carrera que me permitió seguir escribiendo sin perder mis luchas sociales; el periodismo, un desahogo de indignación que, actualmente dejo plasmado en un medio digital, La Barra Espaciadora. Si me preguntan, este espacio ha sido el inicio para confirmar lo que quiero hacer: periodismo narrativo, de investigación e inmersión. Título largo para decir que quiero contar historias, lejos de la incomodidad de un escritorio.
Más no importa cuánto me gusten las palabras, he decidido que trabajar en el área de marketing y redes sociales no es mi fuerte, porque entonces escribes cosas que no sientes y que no siempre defiendes. De todos modos, puedo decir que mi experiencia en Zonacuario, Comunicación con Responsabilidad Social Cía. Ltda, es más que suficiente para poder desenvolverme en el tema.
No sé más maneras de describirme. Empiezo a asumir que adjetivarme es arrogante, porque solo quien que me conozca me podrá entender. Pero he de decir, para dar pistas, que hablo demasiado, normalmente en español, a la manera ecuatoriana. También sé inglés, pero solo lo hablo cuando quiero que mis reclamos suenen dramáticos. Sé un poco de kichwa, y mi meta es hablarlo perfecto cuando tenga 30 años.
También soy caótica, ordenada, buena para organizar equipos y para encontrar soluciones rápidas. He de admitir que lloro algunas noches, y que sigo cantando frente al espejo cuando me acabo de bañar.
Pero sobre todo, debo confesar que hago esto para compartir, sentir y explorar sentimientos que sé que no son solo míos. Lo bello de escribir, es que es un proceso solitario que termina siendo creación colectiva. Y eso es lo que me encanta de esto.
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