Encuentran miradas (des)conocidas, fragmentos de mí que ya no tienen lugar. Sonrío y saludo a su mirada. ¿Cómo les puedo contar que en mi morada, ahora hay fuego y calidez? ¿Cómo poder contar que he reparado las goteras que causaron mi inundación? Pero me alejo porque comprendo, que mi dicha es sólo dicha, por la ausencia de lo que fue. Y es que las flores que me habitan, sólo pudieron ser, cuando dije adiós a las tormentas que me impedían florecer. ¿Como pedirle al vendaval que sea testigo de lo que su partida creó? Ahora escribo con amor a mis heridas. Escribo con ternura a lo que puede ser. Abrazo la paz que me han vuelto, desde que lo que era, ya no es.
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