Ecuador no solo es un país con cuatro mundos: es un país lleno de lápidas sin cuerpo, de muertes sin justicia, de mujeres violentadas. La violencia nos hiere muy profundamente, porque, cada año, morimos más mujeres.
No obstante, para entender la dimensión de la violencia de género en Ecuador (aquella que deriva en femicidios) hay que revisar múltiples factores: ¿Qué arma se usó? ¿Cuáles son las ciudades con mayor incidencia? ¿Cómo se correlaciona el entorno de violencia con las muertes de mujeres por razones de género?
Femicidios Ecuador 2017 – 2023
Ciudades con mayor incidencia 2017 – 2023
Desde 2017 a 2023, Esmeraldas, Guayas, Los Ríos, Manabí y Pichincha son las provincias con mayor número de femicidios en todo el país: en total, suman 692 femicidios, lo que representa el 57% de todas las muertes de mujeres por violencia de género en el país.
Desde 2017 a 2023, Esmeraldas, Guayas, Los Ríos, Manabí y Pichincha son suman 692 femicidios.
Al examinar las tasas acumuladas de femicidio por cada 100,000 mujeres durante el periodo de 2014 a 2019, se resalta que Orellana, Sucumbíos y Cotopaxi son las provincias que presentan los números más altos.
La tasa de femicidios analiza el número de muertes por cada 100.000 habitantes en un período determinado. Es reconocida a nivel internacional como uno de los indicadores más completos, comparables y precisos para medir el grado de violencia e inseguridad en un país. No se cuentan con datos actualizados.
Orellana, Sucumbíos y Cotopaxi son las provincias con mayor tasa de femicidios entre 2014 a 2019
Si entendemos que el femicidio es la forma última de violencia contra la mujer, es necesario revisar las tasas de violencia de género. La violencia de género abarca un espectro amplio de comportamientos. La subnotificación de casos y las variaciones en la forma en que se abordan y registran los incidentes también influyen en la disparidad entre las tasas de violencia y las tasas de femicidio. Por lo tanto, mientras que la expectativa inicial podría ser que estas tasas se asemejen, las discrepancias subrayan la necesidad de una comprensión más completa y matizada de la violencia de género, abordando sus diversas manifestaciones y considerando factores contextuales y sociales.
A la par, se debe coincidir que, donde hay más índices de femicidio (tanto en cifras generales como en tasas) no hay tantas denuncias de violencia de género: las víctimas pueden no denunciar los incidentes por miedo, vergüenza, falta de confianza en el sistema judicial o desconocimiento de sus derechos.
De acuerdo con los datos proporcionados por la ENVIGMU, hasta el 2019, Azuay (79,2%), Morona Santiago (78,9%) y Napo (77,7%) son las provincias que presentan las tasas más altas de violencia de género.
Las armas de fuego y la violencia de género
En Ecuador, inicialmente, las armas estaban restringidas para el uso exclusivo de militares, policías y ciertos sectores productivos. Sin embargo, el 1 de abril de 2023, el presidente Guillermo Lasso emitió un decreto presidencial, donde se ha modificó esta regulación, permitiendo ahora la tenencia y el porte de armas para todos los civiles que cumplan con ciertos requisitos, incluyendo tener al menos 25 años y obtener un certificado de evaluación psicológica y toxicológica emitido por el Ministerio de Salud.
Varios sectores feministas mostraron preocupación ante esta medida porque, en los últimos años en el país, la mayoría de femicidios se han perpetrado con armas de fuego.
Los estudios consistentemente indican una conexión entre la posesión de armas de fuego, especialmente pistolas, y la comisión de femicidios íntimos. Investigaciones realizadas en los Estados Unidos incluso han revelado una relación entre la adquisición de armas de fuego por mujeres para su propia protección y un mayor riesgo de femicidio a manos de sus parejas.
Se ha establecido que la presencia de un arma de fuego en el hogar aumenta tres veces la probabilidad de que las mujeres sean asesinadas. Existen recomendaciones para restringir la posesión de armas de fuego para todas las personas, pero específicamente, las investigaciones subrayan la importancia de leyes más estrictas sobre armas de fuego aplicables a hombres que hayan comparecido ante un tribunal o hayan sido condenados por maltrato a sus parejas, como un medio crucial para reducir las tasas de femicidios.
Las cifras son alarmante y todo tiene una sola tendencia: el de agravarse. Sin instituciones capaces de afrontar el aumento de femicidios, sin un diagnóstico claro de la situación en territorio, sin planes para prevenirla y con un aumento generalizado de la violencia y la criminalidad, la violencia nos sigue matando y nos sigue matando profundamente. En un Ecuador consumido por el crimen organizado, morimos todos: jóvenes, adultos ancianos, niños. Pero, en medio de tanta muerte, quienes estamos más vulnerables y continuamos muriendo en silencio, somos quienes hemos sido silenciados históricamente.